martes, 9 de junio de 2009

M.N.A.C. Joaquin Sorolla

El Ministerio de Cultura, que los catalanes han re-bautizado como "Ministeri de Cultura", la Generalitat de Catalunya y el Ajuntament de Barcelona, nos han dado el placer, a unos cuantos, de poder admirar los murales que Joaquin sorolla pintó entre 1.914 y 1.919 para las salas de la Hispanic Society of America.

Y digo placer porque el pasear por las galeria pudiendo admirar 14 maravillosas obras de arte es un gran estímulo para los sentidos.

Sorolla muere en 1.920. La exposición muestra la obra resultante del contrato que firmó con la HSA en 1.911 y que hace referencia a las costumbres y folclore de las diferentes provincias españolas a principio del siglo XX, esta serie cuelga de las paredes de la sede de la HSA de manera permanente.

Todos, creo, somos conocedores de la identidad y cultura valenciana de Sorolla, pero esta exposición va mucho más allá. Desde el primcer cuadro "Pesca de atunes en Ayamonte", perteneciente al conjunto de obras que representan las costumbres andaluzas, hasta el último "Los bolos", representación de Guipuzcoa, uno se va dando cuenta de que además de su identidad valenciana sabe transmitir y apreciar el resto de las costumbres de las diferentes partes de España.

El baile, La fiesta del pan, El concejo del Roncal son todo luminosidad, es como si los focos que iluminan los cuadros sobraran en el recinto porque éstos tienen luz propia.

Conforme vas avanzando por la exposición se va viendo el contenido geografico-cultural que le llevó a pintar estos murales, reivindicando la indumentaria tradicional y las costumbres de las diferentes regiones españolas.

Unas pinturas hechas poara los sentidos, las que te transportan mediante el equilibrio, belleza y proporción, el movimiento y el resplandor a la España de principios del siglo XX.

Colores vivos y variabbles que cambian tanto dentro de un mismo mural que parece que haya planos autónomos pero con una secuencia lógica.

Curioso es pensar en la forma de vida que se llevaba en España durante la época en la que se pintaron estas obras, a pesar del duro trabajo y las condiciones penosas de la vida de entonces (las miradas de sufrimiento, el arduo trabajo de llevar a los bueyes por el camino, el peso de los atunes), su pintura no deja de representar las costumbres típicas españolas; aún y con esto consigue transportar al visitante al momento de la celebración, impregnándolo de la luz, el color y la festividad del momento.

Es una pena que sólo unos cuantos priviliegiados hayamos podido disfrutar de esta degustación de arte. Una exposición itinerante que volverá en breve a Broadway; así que nos quedará viajar a Nueva York para poder seguir admirándola.

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