martes, 12 de enero de 2010

Algo que me hizo sonreir

NOVECENTO.

...No creo que haga falta explicarles cómo es este barco, en muchos sentidos un barco extraordinario y, en definitiva, único. Al mando del captán Smith, conocido claustrofóbico y hombre de gran sabiduría (seguramente habrán notado que vive en una lancha de salvamento), tabaja para todos ustedes un equipo prácticamente único de profesionales absolutamente fuera de lo común: Pul Siezinskj, timonel, ex sacerdote polaco, médium, sanador, ciego, por desgracia... Bill Joung, telegrafista, gran jugador de ajedrez, zurdo, tratamudo... el médico de a bordo, el doc. Klausemanspitzwegensdorfentag, como les urja llamarlo lo tienen claro, pero sobre todo:
Monsieur Pardin,
el chef,
directamente procedente de París, adonde, por otro lado, regresó de inmediato tras comprobar en persona la curiosa circunstacia de que este barco carece de cocinas, como ha podido notar sutilmente, entre otros Monsieur Camembert, del camarote doce, que hoy se ha quejado al encontrar su lavabo lleno de mayonesa, cosa rara, porque normalmente en los lavabos metemos los embutidos, todo esto debido a la ausencia de cocinas,hecho que hay que atribuir, por otro lado, a la ausencia en esta nave de un auténtico cocinero, como lo era sin duda Monsieur Pardin, quine regesó a París de donde procedía directamente, con la ilusión de encontrar a bordo cocinas que, la verdad sea dicha y siendo fieles a los hechos, aquí no tenemos, y todo esto gracias al simpático olvido del diseñador de este barco, insige ingeniero Carmilleri, anoréxico de fama mundial, a quien ruego le dediquen su más caluroso aplusooooooo

Créanme, no encontrarán ustedes barco como éste en ningún sitio a lo mejor, si buscan durante años, encontrarán a un capitán claustrofóbico, un timonel ciego, un telegrafista tartamudo, un doctor de nombre impronunciable, todos juntos en una misma nave, sin cocinas...

viernes, 8 de enero de 2010

Un cuentito, con amor.

EL JUEGO DEL ESCONDITE
Cuentan que una vez, se reunieron, en un lugar de la Tierra, los sentimientos y las cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado ya por tercera vez, la locura, como siempre... tan loca, les propuso:
- ¿Qúeréis que juguemos al escondite?.
La intriga levanto la ceja, intrigada, y la curiosidad sin poder contenerse preguntó:
- ¿Cómo se juega a eso?.
Es un juego, explicó la locura, en el que yo me tapo la cara y empiezo a contar de uno a un millón y mientras... vosotros os escondéis, cuando yo haya terminado de contar, al primero de vosotros que enuentre, ocupará mi lugar para continuar con el juego.
El entusiasmo bailó secundado por la euforia, la alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar, la verdad prefirió no econderse, ¿para qué?, si al final, siempre la hallaban. Y la soberbia opinó que era un juego muy tonto, porque en el fondo lo que le molestaba es que la idea ni hubiese sido suya. La cobardía prefirió no arriesgarse.
- Uno, dos, tres... -comenzó a contar la locura.
La primera en esconderse fue la pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino, la fé subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La generosidad casi no alcanzaba a esconderse porque cada sitio que encontraba, le parecía maravilloso para alguno de sus amigos...
Un lago cristalino, ideal para la belleza...
La hendija de un árbol, perfecto para la timidez...
El vuelo de una mariposa, lo mejor para la voluptuosidad...
La ráfaga del viento, magnífico para la libertad.
Aasí que la generosidad acabó ocultándose tras un rayito de sol.
El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él. La mentira se escodió en el fondo de los océanos, bueno mentira, en realidad se había escondido tras el arco-iris.
El deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó dónde se escondió.
Cuando la locura contaba 999.999, el amor no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
- Un millón!, contó la locura y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la pereza sólo a tres pasos de una piedra, después se escuchó a la fe discutiendo con Dios sobre la lástima y la pena, la pasión y deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.
En un descuido, enontró a la envidia y... claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo. El egoísmo no tuvo ni que buscarlo, el solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de abejas.
De tanto caminar, sintió sed y al cercare al lago descubríó a la belleza y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca decidiendo de qué lado sentarse.
Así fue encontrando a todos...
El asco, en el lodazal...
El talento, entre la hierba fresca...
La tristeza, cogida del brazo de una viuda...
La indiferencia, sentada, ausente de todo aquello...
A la angustia, en una oscura cueva...
A la mentira, tras es arco-iris.., ¡mentira!, ella estaba en el fondo de los océanos...
Y hasta el olvido, que se había olvidado que estaba jugando al escondite...
Pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio.
La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y cuando iba a darse por vencida, divisó un rosal y las rosas..., cogió una horquilla y comenzó a remover las ramas, cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó; las espinas habían herido en los ojos al amor, la locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra, se dice que...
EL AMOR ES CIEGO Y VA ACOMPAÑADO DE LA LOCURA.